BORGES Y LOS GALLOS  
01 Nota del Sr. Diego R. Young para la revista argentina Tradición Gallera  
 
No hace falta explicar a cualquier argentino medio quien fue Jorge Luis Borges. Basta decir que fue, quizás, la máxima expresión cultural del país en toda su historia, y que, a través de su poesía, sus ensayos y sus cuentos, alcanzó relevancia a nivel mundial. Tan es así que llegó a decirse – por Eugene Ionesco – que era el único verdadero escritor de la lengua española. Para indignación de muchos españoles, por cierto. Pero lo que muchos ignoran en nuestro país y, por supuesto, en el mundo, es que era un amante y admirador de las riñas y de los gallos. Tal vez un escalón por debajo de Ernest Hemingway, quien, en su “Finca Vigía” de Cuba, dedicaba horas de su día a la riña de gallos. Borges, a lo largo de su historia, mencionó reiteradas veces el tema e incluso llegó a decir que era el único deporte digno de ser admirado porque igualaba a los contendientes que, de frente, competían unos con otros. En un entrevista que le hace la desaparecida revista “Crisis”, en el número 13, de mayo de 1974, dice Borges que antes no exixtían los deportes tal como se los conoce ahora, “pero a casi todo el mundo le gustaban las riñas de gallos”, y cuando el periodista le preguntaba si había visto algunas agregó que “niños y mujeres no iban a las riñas”, pero él las vio más tarde. Era el tiempo en que lo que hoy es Palermo viejo formaba casi los confines de la Capital Federal, pues más allá del Arroyo Maldonado – hoy corre por debajo de la avenida Juan B.Justo – todo era quintas y chacras. Pues ahí era donde la pelea de gallos reinaba como deporte. Es más, en el año 1977, en enero, la Editorial Atlántida publica un suplemento de “Gente” donde Borges vuelve a hacer referencia al tema. Para entonces estaba desde hacía años totalmente ciego, y dice que “si no fuera tan miope me gustaría la riña de gallos. Es un juego totalmente imparcial”. En la edición del 30 de septiembre de “La Opinión”, un diario único en la Argentina, ya desaparecido, dijo también en una entrevista cuando se le preguntaba por los deportes que le gustaban, que “hace muchos años en el Uruguay – él visitaba a menudo el campo de los Haedo cerca de Salto – ya veces por acá, por Saavedra o Morón, vi algunas riñas de gallos”. En la página 6 de su “Tratado Sobre las Aves de Riña”, Francisco Elías pone un párrafo que, creo, le envió Idelfonso Fernandez, director de la revista “Tradición Gallera”, y que es sacado de alguna de las miles de entrevistas que se le hicieron a Borges, pero cuyo origen desgraciadamente se ha perdido. Dice allí el gran escritor hablando de nacionalismo, que le extraña que haya tantos que aman el fútbol siendo como es: un juego inglés, y destaca que él nunca lo jugó. Pero afirma que él veía carreras de caballos y riñas de gallos. “Recuerdo las riñas en el barrio de Saavedra, muchas en Entre Ríos y en la República Oriental del Ururguay. Sé que es un deporte que muchos condenan, pero gusta mucho ... “. Com se ve, tenía claramente fijada en su memoria la riña. En más de un verso alude al valor del “gallo inglés” que entonces era el tronco de la variedad que se peleaba en el país, hasta que a fines del siglo pasado aparecieron las variedades asiáticas. En el primer tomo de sus Obras Completas, en la “Milonga de los Morenos” (pág. 965) aludiendo al valor del regimiento de “Pardos y Morenos” de los ejércitos patrios, dice Borges: El sufrido regimiento Que llevó el número seis Y del que dijo Ascasubi “más bravo que gallo inglés”. Aquí deberíamos recordar que otro grande escritor y poeta, Juan Ramón Jimenez, español y autor del recordado “Platero y yo”, en una de sus poesías también recuerda el valor de estos gallos, que por otra parte son el fundamento de las actuales variedades españolas, que ya poco existen en Argentina pero que forma parte del gallo “nacional” que se peleó en el país hasta la aparición de las cruzas brasileñas. Más o menos por ese tiempo apareció, con el seudónimo de Manuel Pinedo con que a veces escribía, y que después utilizó su hermana Norah Borges, una mención expresa a las riñas. Estos versos aparecieron en la revista “Vigencia” Nº 1, de mayo de 1977, en la página 22. “Estará donde esté el despedazado suburbio, los calientes reñideros donde giran los crueles remolinos de acero y aletazo, grito y sangre”. Como se ve, lo de Borges no es casual, fue un asistente y admirador de las riñas y los gallos y asistió a las riñas como lo habían hecho antes y lo hicieron después tantos hombres de la cultura y el arte argentino. Vale, sin embargo, rescatar estos testimonios frente a quienes dicen que la riña es un deporte cruel y sanguinario o contrario a la cultura. Nada de eso, hombres de la brillantez de Borges o Hemingway eran cultores de esta disciplina, en la que el país tiene una larga tradición.  



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