PEQUEÑAS HISTORIAS
01 Por: José Manuel Pietri, Gentileza de la revista mexicana Pie de Cría
 
Los galleros solemos ser muy poco tolerantes con la verdad, sobre todo cuando pone en duda nuestros gustos, nuestras convicciones, descalificamos a quien con honestidad y generosidad intenta hacernos reflexionar sobre ciertas decisiones que a menudo tomamos embriagados por algún éxito circunstancial.
Hace algunos años, un grupo de galleros de mi ciudad, decidieron viajar y competir con sus gallos en uno de los tradicionales torneos que se realizan en el norte de Argentina; estos encuentros, seis o siete por temporada, son una auténtica fiesta, riñeros de todo el país se reúnen no sólo para competir, sino fundamentalmente para confraternizar con colegas de otras regiones.
Los aficionados cordobeses estaban cumpliendo un papel bastante decoroso, alternando buenas y malas en proporciones similares. En una de las últimas peleas de la reunión tenía turno para competir, uno de éstos amigos, por lo tanto el resto se acomodó alrededor del brete para alentar a su pupilo. No le estaba yendo nada bien al gallo de nuestro comprovinciano, estaba siendo superado en pelea, espuela y actitud en forma evidente, sin embargo, en un momento dado, mordió con firmeza y de un tiro puso fuera de combate a su adversario, nuestro colega entró disparado al brete y levantó eufórico y vivando a su gallo que a partir de ese momento pasó a llamarse “El Volteador”.
Ya terminado el encuentro, este grupo de amigos se reunió para cenar, casi toda la conversación giró alrededor del triunfo de “El Volteador”, su propietario, orgulloso y todavía exaltado por el triunfo le confesó a sus amigos que no lo pelearía más y que lo destinaría a la reproducción.
Un veterano y conocedor como pocos, de lo que es el auténtico gallo de riña, le hizo notar que hasta el momento de la definición “El Volteador” había hecho poco y nada en combate y que utilizarlo como semental por el solo motivo de haber aplicado un golpe de nocaut no le parecía una decisión apropiada, el dueño de “El Volteador” lo fulminó con la mirada y le respondió que era una observación equivocada, dejando entrever que la hacía impulsado por cierta envidia y no por la objetividad.
El final de esta historia Uds. se lo imaginarán, “El Volteador” fue un rotundo fracaso como padre. Cuántas veces se habrá preguntado “¿Porqué no habré escuchado los consejos de aquel viejo y desinteresado gallero?”.
Cuando los argentinos viajábamos bastante seguido a Brasil para adquirir nuestros Pie de Cría, un reconocido y pudiente gallero de mi Provincia, viaja al Sur de aquel país y logra que uno de los más reconocidos criaderos brasileños le venda un gallo para cría. En el momento de entregarle el gallo, este buen señor le dio una serie de recomendaciones entre las cuales hubo una en la que puso mayor énfasis ¿Cuál fue? Que no peleara el gallo, que pese a su excelente origen y tener el respaldo de una familia de sólidos ganadores, no era demasiado habilidoso y podía recibir innecesario castigo; nuestro conocido, agradeció los consejos y partió de regreso a su país, feliz con su nuevo semental. En los días posteriores a su llegada, varios fueron los colegas que se acercaron a conocer su adquisición y entre ellos, no faltó quien sembrara la cizaña de la duda sobre las razones que le dio el criador brasileño para que no lo peleara, fue así que para terminar con las incertidumbres propias y ajenas, decidió prepararlo y reñirlo. Grande fue su decepción cuando el gallo pierde su riña a pesar de mostrar una singular valentía. En los meses posteriores fue recluido en un jaulón sin que su propietario tomara una decisión sobre su futuro.
Su pastor, que había percibido la nobleza del animal, le pide permiso para sacarle una cría, a lo que el patrón accede sin problemas. Grande fue la sorpresa cuando llegó el momento de probar sus hijos, uno mejor que otro, guapos, agresivos, heridores; cuánta razón tenía su criador, cuán imbécil había sido al hacerse eco de los comentarios agoreros de los “comedidos” de siempre, en este caso puntual el buen criterio del pastor lo salvó de sacrificar un valioso animal, la providencia jugó a su favor, circunstancia que no siempre se da, estas pequeñas historias nos invitan a reflexionar sobre el auténtico valor de las victorias y de las derrotas, éstas no avalan ni descalifican al gallo, cuando llega la hora de sacar conclusiones sobre los valores de un animal, no debemos olvidarnos que detrás de todo gallo hay una pequeña historia, criador, origen, crianza, familia, son parte demasiado importante como para que un eventual triunfo o derrota nos hagan cambiar abruptamente de parecer. Hasta la próxima. -

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