Algunas ideas
01 Por: José Manuel Pietri
Invariablemente cualquier proceso de cambio nos exige un esfuerzo extra.
La llegada de reproductores de características radicalmente opuestas a lo que estamos acostumbrados a manejar, nos obliga a agudizar nuestro ingenio, armarnos de paciencia, mejorar nuestra información y sobre todo definir la forma que los cruzaremos para lograr algún resultado lo más rápido posible.
Supongamos que algún criador de gallos de origen español, una gran mayoría en el continente americano, decide incorporar sangre oriental para dotar a su plantel de alguna de las bondades que ofrecen los combatientes de origen asiático, fortaleza, pulmón, resistencia al castigo y sobre todo una gran habilidad para neutralizar el accionar de su rival.
¿Cuál podría ser la forma más adecuada de comenzar a inyectar su sangre en el plantel?
Personalmente me inclino por el método más simple y eficaz que consiste en cruzar, en este caso el macho oriental con nuestras mejores gallinas, tratando de que las mismas tengan el mínimo parentesco entre si (las denominaremos gallina A y gallina B).
Si los resultados del primer cruce resultaren satisfactorios seleccionaremos los mejores machos y hembras de ambas gallinas y los cruzaremos entre si.
El producto de estos cruces tendrán ½ sangre oriental ¼ gallina A y ¼ gallina B. Estos animales, tanto los machos como las hembras, Ud. podrá cruzarlos con sus reproductores de origen español, quedando la sangre oriental estabilizada en ¼. En cruces posteriores cada criador determinará cuál será el porcentaje adecuado, si utiliza o no la consanguinidad y sobre todo irá seleccionando sus aves en sintonía con lo que Ud. pretende de su plantel.
Me parece oportuno recomendarles que el criterio para seleccionar los primeros descendientes de la cruza español y oriental debe ser extremadamente rigurosa con respecto a tres cualidades; calidad, espuela y fortaleza física.
Generalmente, por suerte, estos atributos suelen venir acompañados por otras virtudes, lo que irá facilitando nuestra tarea de lograr un gallo confiable y ganador.
El tema de la fortaleza física merece un comentario extra. Antes de que la llegada del Shamo modificara notoriamente las características del gallo argentino, por estas tierras se reñía con cruza de español con Asil o con Calcuta más pequeñas infusiones de otros orígenes.
Era un animal de reconocida finura, pero cuando las luchas se prolongaban en demasía, tenían una tendencia a quedarse estáticos con las alas caídas y en algunos casos trataban de meter la cabeza debajo del ala de su adversario buscando protección y descanso.
Estos hábitos de combate fueron nefastos cuando se enfrentaron con gallos brasileros en los que predominaba la sangre del Shamo japonés.
El gallo Shamo, base del gallo argentino actual, más allá de su inigualable técnica de combate, es poseedor de una extraordinaria fortaleza física, lo que le permite sobrellevar largas luchas sin perder en ningún momento una correcta posición de pelea.
Los que carecen de casta pueden abandonar la lucha, si esta es muy dura, pero lo llamativo es observar cómo hasta unos minutos antes no da la impresión de que esto fuera a suceder, pues se los ve enteros y luchando.
Por esta razón podemos deducir que el poderío físico no es sinónimo de calidad. En muchos casos los argentinos pudimos observar, cuando recién comenzaba el proceso de cambio, cómo nuestros gallos de reconocida finura eran derrotados por gallos japoneses de dudosa valentia.
Lo ideal será sumar fortaleza, estructura, pulmón, sin perder calidad, para eso el criador deberá tener muy claro que para lograrlo el
gallo y las gallinas que inicien el nuevo linaje deberán se dueños de un impecable origen. Me despido enviando mis respetos a los lectores de la presente.

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