Por sugerencia de algunos colegas mexicanos, cultores de la cría del gallo americano, intentar ampliar las razones de mi convencimiento de que dicho gallo puede beneficiarse con el aporte de ciertos atributos propios de un buen gallo oriental.
Antes que nada debo confesar que mi experiencia con el gallo americano, se remite a la visión de diferentes videos y a la información que desde hace varios años recibo a través de las páginas de “Pie de Cría”, con estos elementos y un largo tiempo criando gallos argentinos, una especie de síntesis de diferentes razas de origen oriental, es que emitiré mi opinión sobre el tema.
Convengamos que el gallo americano, tanto el que nace en México como el que lo hace en U.S.A., es el mismo, y los diferentes nombres de fantasía que recibe, tienen un propósito más comercial, que la necesidad de poner de manifiesto las diferencias que pueda haber entre un gallo Hatch criado por un determinado criador, con otro Hatch pero criado por una persona diferente.
Lo interesante sería conocer las razones porque un elevado número de aficionados mexicanos, año tras año, se trasladan a U.S.A. o utilizan los servicios de personas que se dedican al tráfico de gallos, ya sea para competir o para lograr sus futuros pie de cría.
A la distancia, uno se imagina que las razones deben ser tan atendibles como contundentes, lo cierto es que si después de varias décadas, el entusiasmo por proveerse del otro lado de la frontera no ha decaído, tiene cierta lógica pensar que el gallo que se cría en U.S.A. debe estar algunos peldaños arriba de aquel que nace en tierras mexicanas. Podrá haber honrosas excepciones pero los hechos nos llevan a pensar que la realidad es esta.
Uno se pregunta ¿Cuáles serán las razones para que esa tendencia no se pueda revertir? ¿Serán de índole genético? ¿Utilizarán criterios más efectivos para enrazar? ¿Tendrán otra forma de criar y de alimentar? O los motivos son más profundos y están directamente relacionados con la forma en que los criadores gringos encaran esta actividad; dedicación plena, atención personal, ellos viven de y para sus gallos, generalmente todo el grupo familiar se involucra en la atención de los animales, en síntesis, profesionalismo puro.
Esta forma de llevar adelante la crianza inexorablemente hará su diferencia en el momento de competir.
El gallo americano o cualquier otro gallo que utiliza navajas largas o armas de similar agresividad, durante años viene siendo seleccionado para definir sus riñas en el menor tiempo posible; velocidad, agresividad y corte, son sin lugar a dudas los atributos mas buscados para desplegar en este tipo de pleitos.
Cuando los combates se resuelven en contados minutos, la fortaleza, el pulmón, la casta, seguirán siendo cualidades necesarias pero menos determinantes que aquellas. Cuando se observa que un número importante de animales sufren horrores para llegar enteros a los 15 minutos, es porque se están acercando peligrosamente a sus límites de resistencia.
Hace varios años atrás, el criador americano Ray Alexander, confesaba en la desparecida revista “Canta Claro” que los criadores de su país habían logrado un gallo comercialmente muy atractivo, pero que había ido perdiendo la fortaleza del antiguo gallo americano.
El señor Alexander es un veterano y prestigioso criador, convendría no perder de vista sus conceptos.
En la cría del gallo de combate, la sentencia del maestro Narragansett “la única certidumbre es la propia incertidumbre” a veces la utilizamos para maquillar una serie de decisiones erróneas que comunmente tomamos los galleros.
La selección equivocada de nuestros sementales o la inadecuada elección de los animales que llevaremos a reñir son los errores más comunes, pero no el más gravosoque tendremos que sufrir. Lo más dañino para nuestros intereses suelen ser los afanosos esfuerzos por dotar a nuestros gallos de ciertas cualidades, generalmente la espuela en desmedro de otras, aparentemente de segundo orden.
Pero que cuando se van diluyendo, se produce un desbalance que luego es muy difícil de restituir. Cuando cometemos este tipo de desatinos y después de mirar por los cuatro costados, encontramos algunos colegas que nos pueden echar una mano, quizá no todo esté perdido, pero cuando lo único que encontramos a nuestro alrededor son un montón de plumas tan ordinarias como las nuestras, el problema se torna mucho más serio y generalmente resuelto de manera poco original, es decir, buscando la forma de que aquello que supimos preservar, quede debidamente disimulado por otro reglamento, por otras espuelas.
Así como habrá aficionados que disfrutan de la estrecha relación con criadores americanos, hay otros que pretender desarrollarse dentro del deporte de los gallos con mayor autonomía, sin tanta dependencia. Para estos, el gallo oriental puede ofrecernos algunas alternativas interesantes.
Lo primero que debemos aclarar que esto no es nuevo, los Asiles de Bobby Boles, los Roundhead, avisos recientemente aparecidos en las páginas de “Pie de Cría” como los de “Roberto´s Game Farm” o el de “Horta de California” nos indican que hubo quienes tuvieron éxito con sus intentos, lo que llama la atención es si algunos demostraron que se puede ¿Porqué no se generalizó su práctica? ¿Prejuicios? ¿Desinformación? O simplemente porque al primer fracaso se resolvió no seguir adelante, vaya uno a saber.
Si tomamos en cuenta las innumerables críticas que recibieron las aves de orígen oriental, pretender encontrar alguna explicación, no parece tarea sencilla, pese a ello daré mi parecer sobre este asunto.
Si se pregunta a todos estos colegas, que no les fue bien en el intento, que tipo de animales usaron, veremos que la mayoría nos responderá que fue un Asil, y si le preguntamos que tipo de recaudo tomaron para asegurarse origen y casta, veremos que la mayoría no tomó precaución alguna y en el menor de los casos, escasas e inadecuadas. Y si les preguntamos las razones para confiar en animales que salvo en Puerto Rico, no se utilizan para combatir en ninguna región de nuestra América, pónganle la firma que nos dirán que las descripciones que alguna vez leyeron sobre el Asil son tan fascinantes que no tenían porqué dudar de su calidad. ¡Si señores! Todavía hay deslumbrantes historias que pesan muchísimo más que una apabullante realidad. Hoy es casi imposible ubicar los Asiles que describen esas historias.
Habría que preguntase de dónde nacen esas historias; no sé si todas, pero si una buena parte de ellas, tienen origen en mi país Argentina, tierra donde asiles y Calcutas, gallos del mismo origen y muy similares entre si, fueron durante años, amos y señores de sus reñideros.
Cuando la prestigiosa revista “La Chacra” convoca al criador e investigador Alberto del Campo Wilson para que haga una descripción de las razas que se combatían en Argentina, éste no se habrá imaginado nunca, la enorme repercusión que tuvieron sus escritos. Toda la literatura especializada que se editó por aquella época, reprodujo con puntos y comas sus magníficas descripciones.
Todo aficionado a los gallos, cualquiera fuera su país de origen, que accedió a esos artículos, se tiene que haber quedado maravillado por tanto virtuosismo, por tanta casta, por tan portentosa capacidad física.
Los que muy pocos se encargaron de aclarar, es que todo ese bagaje de fenomenales atributos no eran propiedad de todos los Asiles y Calcutas que se desempeñaban en tierra Argentina, sino de una selecta elite, que como sucede con todas las razas, representan una clara minoría.
Sería un verdadero desperdicio que el estupendo trabajo del señor Alberto del Campo Wilson, en vez de convertirse en un enriquecedor aporte a nuestro conocimiento, se transforme en un lastre, que nos confunde y nos condiciona.
Dependerá de nuestra capacidad para comprender que tratándose de aves de riña, no existen, ni los gallos ni las soluciones mágicas.
Si tuviéramos la posibilidad de conocer la cantidad de estas aves de origen asiático que salieron de sus países de origen con destino a nuestra tierras, veríamos que dede hace varias décadas la entrada fue nula o en el mejor de los casos ínfima. Estas situaciones quizá nos ayuden a entender que salvo honrosas excepciones que por suerte las hay, estos admirables reñidores, hoy sólo tienen cabida como aporte minoritario de algunas aves de riña que se crían en nuestra América Latina.
Con respecto a los Asiles ya refinados que se crían en U.S.A. debo aclarar que no tengo la suficiente información como para emitir juicio de valor alguno.
Por último, nos queda referirnos al otro oriental, al que se cría en Brasil y Argentina y que ya hace algunos años se fue incorporando a la gallística mexicana a través de la cría de combatientes enrazados para reñir en la modalidad de ¼ de redonda principalmente.
Lo primero que debemos puntualizar, es que tiene un estilo de combate diferente al del Asil, son más esbeltos, mas ágiles. Su forma de encarar el combate es muy similar al del Shamo japonés.
Como sucede habitualmente, a México llegaron gallos y gallinas de diferentes orígenes y calidad, algunos criadores tuvieron la fortuna de recibir los gallos adecuados y lograron rapidamente lo que buscaban, y otros, todavía siguen luchando para conseguirlo.
Lo concreto es que este tipo de orientales hoy se pueden ubican en importantes galleras de México. Creo que los simpatizantes del gallo americano, hoy tienen opciones lo suficientemente atractivas como para intentar lago diferente.
Poco importa la raza o el nombre de fantasía que reciban los animales elegidos, lo fundamental debe ser tratar de ubicar aves de casta debidamente comprobada. Tenemos que olvidarnos para siempre de las historias fantásticas, mientras no rompamos con ese mito, chocaremos con cuanto obstáculose nos cruce en el camino.
México es, sin lugar a dudas, el mayor referente de la gallística latinoamericana. Por su historia, por orgullo, merece tener un gallo concebido y forjado por su propia gente, sin tutelaje alguno.
Sería una grata noticia enterarnos que hay quienes están haciendo esfuerzon concretos para conseguirlo. A los otros, a los que no les fue bien cuando lo intentaron, les recuerdo que a un gallero de ley, ningún fracaso lo obligará a abandonar sus sueños. Hasta la próxima.