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Esta es una carta de felicitación a Albert Davis, a quien no conozco, por su artículo excelente en esta columna, en la revista de julio.
Es obvio que él ha estado en el ambiente desde hace mucho tiempo, y sus observaciones deben tener valor para todo gallero. Los galleros con experiencia pueden experimentar con prácticas opuestas, bajo su propio riesgo, pero los principiantes harían mejor en seguir sus recomendaciones maduras. Particularmente, quiero comentar acerca de sus ideas en el uso de drogas para preparar un gallo para pelear. Davis dice: “Nunca he encontrado nada que pueda ayudar a un gallo realmente vivaz y bien acondicionado. Uno puede hacerlos más rápidos, hacerlos más lentos, y mientras que algo de eso tal vez ayude a un gallo malo que no pueda cortar, eso será dañino para un gallo vivaz y bien criado”. Esta ha sido mi experiencia en un 100 por ciento. Como lo ha hecho Davis, año tras año he probado casi todo, incluyendo las agujas, la estricnina, las hormonas y los esteroides. De mismo modo, he notado que los usuarios de tales métodos rápidamente abandonan un tipo de estimulante artificial para iniciar el uso y recomendación de uno nuevo; el cual eliminan también en poco tiempo. Estos galleros creen, como lo hace la mayoría de los principiantes, que si pudieran encontrar una píldora o fórmula mágica, podrían vencer a cualquiera. Con la experiencia, eventualmente, ellos descubren que tales prácticas no sirven. Lo que hacen es acentuar una característica para la pelea, pero al mismo tiempo arruinan otros requisitos más importantes para pelear. Por ejemplo: aumentan la velocidad de un gallo, pero quitan la exactitud y el corte. O aumentan la fuerza de los ataques iniciales pero arruinan la resistencia, la cual, eventualmente, determina la mayoría de las batallas. Como dice Davis: “no hay sustituto para un gallo bien criado, de ojo vivo, enérgico y bien acondicionado”. ¿Al diablo con los estimulantes artificiales y la droga! No importa si usted es un veterano o un principiante. A la larga, y normalmente antes que eso, usted llegará a la conclusión de que el uso de tales estimulantes es una proposición perdedora. Muy frecuentemente leemos en las indicaciones para el período de acondicionamiento que se debe alimentar a un ave con una cucharada sopera, o una cucharada al ras, o una copetada de cierto alimento. Muchas veces el autor usa “puñado” para designar cantidades similares. Los autores están correctos de acuerdo a sus propias prácticas. Ellos tienen los mismos puños y usan las mismas cucharas año tras año. Pero, que pasa con nosotros que utilizamos sus instrucciones? La otra noche yo visitaba a un amigo que nos mostraba los planos de la nueva casa que él estaba construyendo. Tenía los planos extendidos en la mesa y estaba señalando los diferentes aspectos de la casa. Me fijé en sus manos.- ¡Pero si su dedo meñique era igual de grueso y largo como mi dedo cordial! Uno de sus puñados normales hubiera sido el doble del mío. Lo mismo aplica a las cucharadas. Las cucharas soperas no son iguales; algunas son del tamaño de 1 ½ de otras. El escritor de las indicaciones para el acondicionamiento sabe el tamaño de la cuchara que usa, pero puede ser mucho más grande o más pequeña que la que usted usa en su gallera. Lo mismo pasa al medir alimento. Un alimento húmedo, de granos enteros, puede amontonarse mucho más alto en una cuchara que un alimento seco de granos enteros. Pero eso ¿cómo lo podemos saber si estamos alimentando según las instrucciones? Cada año tengo la necesidad de preparar mis gallos para torneos donde hay que cumplir con pesos específicos. Todos deseamos presentar el gallo más grande posible dentro de los límites permitidos. Es asombroso cuánto sube o baja el paso de un gallo después de la cantidad y composición del alimento que recibe. Aún dos o tres gramos pueden hacer una diferencia. No es el propósito de esta disertación establecer el peso apropiado para pelear o mejor, para permitir que lleva a cabo su mejor actuación. Esto depende del criterio del preparador. Hay una gran variedad de opiniones respecto a esto entre diferentes preparadores. A veces, la diferencia llega a ser tanta como 200 gramos. Pero lo importante es que usted sepa la cantidad que está dando de alimento para poder llegar a lo que usted considere el peso más ventajoso; aunque, sin duda, otros factores también afectarán el peso, como son la cantidad de agua que toman, la temperatura del ambiente, etc., pero aquí nos preocupamos solamente por la cantidad de alimento. Para lograr esto, consiga una taza recta para medir. Una que sea recta a los lados con el filo superior parejo. Aunque algunas personas usan un vasito para medir licor. Estos no son muy buenos ya que la mayoría de ellos son más anchos en la parte de arriba que en el fondo. También normalmente son de vidrio y consecuentemente se rompen al caer al suelo de concreto. Usted necesita una taza recta. Cuando la llena usted sabrá casi exactamente cuánto está dando de alimento. La mayoría de los galleros usan una taza para medir en la que puedan caber unos 30 gramos de alimento seco. Esto es básicamente lo correcto en la mayoría de los casos. Pero lo importante es que con una taza de medir de forma adecuada usted sabe exactamente cuánto alimento está dando y puede ajustar la cantidad como quiere. Utilícelo en toda su alimentación durante el acondicionamiento y el preacondicionamiento para que sepa exactamente cuánto está alimentando en vez de depender de puñados o cucharadas que varían ampliamente, de una mano a otra, y de una cuchara a otra, no sólo con diferentes personas y cucharas sino hasta con usted mismo. No son medidas exactas. Si usted alimenta lo suficiente, o demasiado o muy poco, depende de usted, pero por lo menos habrá un control sobre lo que está haciendo. |