Cuando creía que todos los temas referidos a la crianza de nuestro gallo de pelea ya fueron abordados por diferentes colegas, la consulta de un joven aficionado que recién se está incorporando a la actividad, me llamó a la reflexión.
La más honesta y bien fundamentada propuesta para enrazar nuestras aves se puede volver un factor negativo si no queda debidamente aclarado que ciertas estrategias de cría pueden ser llevadas adelante sin demasiadas dificultades por criadores que producen en sus granjas cientos y a veces miles de pollos al año y convertirse en socias del fracaso si son ejecutadas al pie de la letra por un pequeño y artesanal criador que solo necesita unos pocos gallitos para encarar la temporada de riñas.
Pese que en un primer momento chicos y grandes arrancamos de la misma manera, con el correr del tiempo los caminos se irán separando.
Quienes manejan grandes criaderos, está, en condiciones de aplicar estrictamente algunos sistemas de cría perfectamente explicados en algunos textos de genética aviar. La posibilidad de mantener algunas familias depuradas a partir del uso de la consanguinidad y rigurosa selección son considerablemente altas. El factor principal para llevar adelante este sistema es la gran cantidad de aves que se dispone para seleccionar lo mejor y desechar lo indeseable. De todas formas, estos sistemas nunca son estrictos, cada criador le agrega su impronta, no todos aplican el mismo criterio a la hora de refrescar o tratar de recuperar alguna condición que sus familias puras fueron perdiendo con el correr del tiempo.
El mayor objetivo de estos granjeros, que viven de la crianza del gallo de pelea, es mantener su prestigio, puesto que su subsistencia depende del éxito de sus animales. Por eso, a la hora de tomar ciertas decisiones, poco les importará si están vulnerando algunos principios que sostienen a rajatabla algunos fundamentalistas que pregonan la necesidad de transitar un solo camino para llegar al buen gallo.
Acercarnos al pequeño y artesanal criador, un verdadero personaje, capaz de sortear las dificultades que le generan su falta de espacio, tiempo y a veces recursos económicos y logra criar, preparar y reñir sus propios gallitos, resulta siempre una experiencia especial, enriquecedora, que no hace más que reafirmar que estos esforzados hombres de gallos son el pilar que siempre sustentó el mundo del gallo de pelea.
Si tomamos como parámetro las preferencias que estos amigos tienen para lograr sus gallitos, no sería demasiado aventurado afirmar que podríamos agruparlos en tres grupos con marcadas diferencias conceptuales entre si.
1) Incluiremos

en este grupo a quienes defienden con uñas y dientes la posibilidad de mantener su plantel de lo más depurado posible, estos amigos no tienen problema para utilizar los cruces consanguineos en todas sus variantes.
A diferencia de los grandes criadores, con quienes comparten algunas ideas, tienen que luchar contra el impedimento que resulta criar un reducido número de animales, la selección ideal en estos casos debería ser tan estricta como cuidadosa, sin embargo mas de una vez tendrán que flexibilizar la elección porque la disponibilidad de animales es muy limitada.
Este grupo es el más sufrido de todos porque pese a respaldar sus convicciones con sólidos conocimientos técnicos no pueden distraerse ni un minuto, porque un equivoco de proporciones les traería un flor dolor de cabeza.
2) Este grupo, por lejos el más numeroso, no simpatiza para nada con la idea de realizar cruces consanguíneos para obtener sus aves y actúan consecuentemente con esa premisa. Estos aficionados incorporan periodicamente nuevos animales a su plantel. Ellos confían en su experiencia y buen ojo sin recurrir a la ayuda de ningún manual de cría.
Por lo general estos amigos cuando tienen un acierto importante suelen encaramarse en lo más alto de la consideración del ambiente gallístico.
Las dificultades de éstos colegas suelen aparecer cuando tienen que sostener en el tiempo dicho rendimiento.
3) Estos compañeros comparten una idea que los coloca en una posición intermedia entre las dos anteriores. Por un lado, tratan de sostener la familia base y por otro, gradualmente van refrescando su sangre para evitar caer en la necesidad de hacer uso de una consanguinidad demasiado agresiva. El método para enrazar se respalda fundamentalmente en los cruces en línea en todas sus opciones, tratan de que la sangre de sus animales más importantes se vaya derramando en todo el plantel, pero en dosis moderadas.
El gran desafío de estos colegas pasa por no equivocarse a la hora de refrescar, porque serán estos nuevos animales los que oficiarán de mensajeros encargados de transportar la sangre original.
Debemos recordar que el éxito de cualquiera de éstos planes de cría están sujetos al manejo que le dará quien lo ejecute y no por las bondades de una estrategia aparentemente exitosa.
Enemigos del conocimiento siempre los hubo, pero pocos tan nocivos como la soberbia. Con mucha mayor frecuencia de la que desearíamos, escuchamos a algunos bobos jactarse de que por haber leído algunos libros creen que se hicieron dueños de alguna porción del conocimiento, nada más errado, lo único que lograron es adquirir cierta información, y si esta no es usada honesta y correctamente es probable que aporte más a generar dudas que certezas.
El criador de gallos finos, acostumbrado a remar en el dulce de leche, a la larga termina dándose cuenta que las respuestas que necesita no las encontrará debidamente explicitadas en ningún manual de cría, sino que silenciosamente se irá convirtiendo en un buscador de verdades ocultas que sólo irán saliendo a la luz a partir de la observación atenta e inteligente de lo que sucede en la gallera y patios de cría. Porque la valoración de un gallo de pelea, excede largamente lo que puede demostrar en el combate.
En una sociedad donde con pequeñas verdades se fabrican grandes mentiras, donde los prejuicios y la hipocresía se dan una mano para denostar algunas expresiones de la naturaleza, los que participamos del mundo del gallo fino, que tenemos una larga experiencia en eso de separar la paja del trigo, deberíamos estar muy atentos, porque el día menos pensado, terminamos comprando gato por liebre. Hasta la próxima.